En este breve ensayo sobre el concepto de artista, he decidido contrastar dos artistas infinitamente diferentes entre sí, junto con mi opinión subjetiva de lo que el mismo término significa.

Por una parte, tenemos a Leonardo da Vinci (1452- 1519), que vivió en Florencia durante el renacimiento italiano.

Para entender su visión de artista, es importante entender el periodo en el que vivió, porque el resurgir de la pintura, la revisión de los clásicos y el inicio del estudio de las humanidades marcaría también su visión del concepto de pintor.

Solo se le conoce un autorretrato verificado en toda su vida y data de 1512, cuando él tenía ya 60 años.

En su autorretrato podemos ver cómo la línea predomina sobre el color (una de las principales características del periodo), así como el intento de lograr un máximo realismo y el dominio del artista de la anatomía y el uso de los diferentes trazos.

Como se profundizará en las páginas sucesivas, se podría resumir el concepto en intentar representar la perfección del mundo y el conocimiento de éste.

Por otro lado, y para generar contraste con el primero pero un acercamiento a mi punto de vista, he elegido apoyarme en Vincent Van Gogh (1853-1890).

El autorretrato que muestro es de 1889, tan solo un año antes de morir.

Se le conocen al menos 39 autorretratos verificados en sus 10 cortos años de carrera como pintor.

En cuanto al periodo, Van Gogh es considerado postimpresionista y vivió en Francia toda su vida adulta. Cabe destacar que estaba en el lugar adecuado en un momento en el que los pintores eran receptores de elogios y mecenazgos por lo que, a priori, debería haber tenido suerte en esto.

En su autorretrato se observan sus pinceladas características y los intentos de transmitir emociones más que de pintar la realidad fielmente.

Por hacer el mismo ejercicio, en este caso podríamos resumir su concepto de pintor como el de persona que intenta transmitir emociones y sensaciones que despiertan las imágenes en él.

Para Leonardo Da Vinci, el pintor era un estudioso de la naturaleza y debía centrarse en entenderla de todas las formas posibles para poder representarla de forma fiel: desde la anatomía humana, hasta el vuelo de los pájaros o el movimiento de los árboles con el viento. La pintura para él era, en cierta manera divina porque representaba la obra de Dios.

“Con certeza podemos decir que la ciencia de la pintura es hija legítima de la naturaleza, ya que la pintura nace de esta. […] Por lo tanto, podemos hablar de ella con justicia como la nieta de la naturaleza y como relacionada con Dios.”[1]

Por eso ser pintor implica para Da Vinci horas de estudio de lo que nos rodea y compromiso con ello. Incluso enumera normas de cómo hacerlo correctamente en su cuaderno de notas, dando directrices como no distraerse con compañías, cuál era la mejor estación para pintar al aire libre, o en qué inspirarse y en qué no para seguir progresando como artista.

Por el estilo de vida, podrían hacerse analogías con los votos del sector eclesiástico, que dedican su vida a un propósito rigiéndose por normas estrictas sobre cómo hacer las cosas.

Por el contrario, para Van Gogh ser artista era plasmar sentimientos, por eso intentaba mediante pinceladas sinuosas y, a veces furiosas, plasmar con pintura el sentimiento que lo embargaba en ese momento.

“Plasmaba en su pintura, o eso creía él, tanto los momentos de «serenidad y alegría» como los de abatimiento y desesperación: cada desgarro se convertía en una desgarradora imagen, cada cuadro en un autorretrato. «Quiero pintar lo que siento», decía, «y sentir lo que pinto».”[2]

Se cuenta que incluso poco antes de morir dijo su famosa afirmación “Yo soy lo que pinto”, frase que define muy bien el movimiento postimpresionista del que sigue siendo el máximo representante.

Vemos, por lo tanto, un total antagonismo que se puede apreciar a simple vista incluso viendo los autorretratos: Da Vinci es empírico puro, busca la perfección y la imitación de la naturaleza mientras que Van Gogh es un representador de emociones y no prioriza tanto la perfección en la representación de los objetos.

Después de entender sendas visiones, se podría especular que Leonardo solamente se hizo un autorretrato y a muy avanzada edad, porque ya había perfeccionado la técnica para ello, al igual que se había perfeccionado a sí mismo a lo largo de toda su vida y estaba listo para dejarnos una muestra pictórica de quién era. Además, hay que destacar que está hecho sin pintura ya que para él era más importante la representación fiel en el dibujo.

Sin embargo, Van Gogh experimentó con multitud de colores y pinceladas diferentes al autorretratarse, cosa que hizo en un sinfín de ocasiones. Si se observa cada pintura, se puede sentir cómo cada una de ellas transmite cosas diferentes tanto por el color del fondo y como por los usados para representar su estado anímico y de salud.

Para Leonardo ser artista es un estilo de vida en el que, rigurosamente se estudian las formas naturales y se aprende a representarlas. El pintor lucha contra la naturaleza para dominarla hasta tal punto, que se convierte en ella para crear esa misma belleza. Y por todo eso, un pintor tiene una estrecha relación con Dios.

Sin embargo, para Van Gogh, un artista era un transmisor de emociones. Él pintaba cuando veía cosas bonitas, pero no para recrearlas fielmente sino para transmitir lo que a él le hacía sentir esa realidad.

En mi opinión, un artista – o un pintor en este caso- debe ser capaz de transmitir emociones tal y como decía Van Gogh, pero también debería saber interpretar la realidad que le rodea físicamente a fin de hacer llegar el mensaje lo mejor posible.

Si pretendes hacer llegar una idea, pero, por poner un ejemplo tonto, dibujas vacas que parecen perros, el público de tu arte no será capaz de interpretar lo que intentas transmitir. Creo que debería existir un equilibrio entre la disciplina de la representación, y la libertad de expresar libremente lo que uno desee en su propia obra.

Una de las claves de ser un artista para mi es encontrar ese equilibrio y ser capaz de hacer tu arte de forma que todo el que lo vea, además de entender tu idea, también sea capaz de saber identificar enseguida que esa obra es tuya y no de otro. Lo que hoy en día se denomina tener una marca personal única.

Mi visión de artista también incluye la mejora constante a través de la práctica, ya que considero que las habilidades se pueden entrenar y perfeccionar. No obstante, la sensibilidad artística si que creo que es algo innato y no se puede enseñar.

Esto contrastaría con la visión de Da Vinci, que manifiesta que la destreza del artista es de nacimiento y no se puede adquirir ni enseñar como otras disciplinas. [3] Según él, con la observación y la práctica lo que hacemos es aprender cómo son y funcionan las cosas, pero dicho estudio no tiene nada que ver con nuestras habilidades como tal sino con entender el mundo.

Sin embargo, Van Gogh creía que la perfección se obtenía a través de la práctica y la repetición, por eso tenemos decenas de sus autorretratos o varias versiones de los famosos Girasoles entre otros. El holandés repetía hasta rozar la obsesión y no dejaba de hacerlo hasta que el resultado le satisfacía. Además, sus trazos no intentaban imitar la realidad como pretendía Da Vinci sino ser un reflejo de emociones o expresiones que quería transmitir mediante la pintura.

En esta última característica, mi visión se alinea totalmente con la de Van Gogh: veo el arte como una forma de expresión y de poder plasmar sentimientos o impresiones cuando hacerlo con palabras es imposible.

En otras facetas importantes de artista, como su día a día o su forma de trabajar, también encontramos grandes diferencias y evolución entre los dos pintores.

En la época de Leonardo, lo habitual era tener un maestro de renombre y aprender de él, pero también el tener compañías que te aporten en cuanto a tu estudio del arte. De hecho, él va mucho más allá afirmando que lo mejor es recluirse en lugares pequeños y rehusar a tener compañías que no aporten al estudio.

En una época en la que acababa de nacer el humanismo y el estudio de cómo el hombre se relaciona con todo lo que le rodea, el pintor es un erudito más que debe estudiar con rigidez lo que capta con la vista para poder entenderlo y plasmarlo en sus dibujos. El artista posee sabiduría y conocimientos, lleva la profesión con orgullo y es venerado por la nobleza, que muchas veces se interesa en sus servicios.

Dedicarse al arte es un privilegio que no todo el mundo puede permitirse si quiere tener algo que comer. Aunque esto también será una constante para Van Gogh cuatrocientos años después.

En la época de Vincent Van Gogh, los artistas también eran elogiados y tenidos en alta estima por la sociedad, pero no como eruditos individuales sino más como una comunidad que se apoyaba y que trabajaba en comunión, aportándose y enriqueciéndose entre todos.

El mismo Vincent quiso formar un atelier en Arlés que más tarde conoceríamos como La casita amarilla, donde vivió una breve pero intensa temporada con Paul Gauguin. En aquella época era habitual y muy normalizado tanto pintar al aire libre como reunirse con otros pintores. La pintura había evolucionado y ya no era un estudio individual sino algo colectivo donde aprender unos de los otros, apoyarse como artistas y formar una comunidad propia.

Por mi parte en cuanto a ese tema, veo el arte como algo interno. Aunque está claro que las academias de arte o pintura, así como los estudios reglados aportan conocimientos en técnicas, enfoques, y multitud de otras cosas necesarias, el proceso de crear arte sigue siendo individual e íntimo para mí.

En definitiva, la evolución del artista desde la época de Leonardo Da Vinci ha pasado por multitud de transformaciones.

En su época el artista era un erudito de diferentes cosas que aprendía a plasmarlas perfectamente en sus dibujos, recreando la obra de Dios y con ello acercándose más a él. Una persona que se recluía a estudiar el mundo y que tenía la responsabilidad de hacerlo perdurar en el tiempo a través de sus manos.

Respetado y venerado, pero también algo aislado de la vida banal y con una gran responsabilidad sobre sus hombros.

Para Van Gogh, ser artista era un sueño: el sueño de su vida. Por ello hizo grandes sacrificios y pasó años de penurias, pero no le importaba con tal de seguir pintando. Así como para Leonardo ser artista era lo que debía porque tenía el don innato y se convirtió en autorresponsabilidad, para Vincent era una pasión que debía alcanzar a través de esfuerzo y sacrificios.

Bajo mi punto de vista, esa pasión desgarradora de Van Gogh por continuar pintando pese a no tener qué llevarse a la boca, o pese a verse arrastrado hasta la mismísima locura por desesperación, ilustra perfectamente la sensibilidad y determinación de un artista.

Porque para mí, ser un artista es sobre todo una combinación de sensibilidad y determinación.

No se puede ser artista sin sensibilidad para captar y transmitir emociones, ideas, sensaciones, etc. la pericia se puede adquirir mediante el estudio o la práctica, pero la sensibilidad es algo innato que también se cultiva a lo largo de toda la vida y que no todo el mundo tiene. Así que, si la tienes, ya solo te falta tomar la determinación.

Y es que, para ser pintor no tienes que vender cuadros. Al igual que el escritor no tiene por qué vender libros. Eso ya lo hacen otras personas. Lo que te hace pintor, es querer pintar y hacerlo. Lo que te hace ser artista es hacer arte y da igual que lo hagas a diario, semanal, o bianualmente. Porque tú en el fondo, sabes que es lo que eres, incluso si tu arte no te paga las facturas.

Ser artista es fascinarte con los verdes del bosque e intentar plasmarlos en tu libreta, embelesarte con cómo alguien transformó algo tan tosco como un bloque de mármol en figuras que parecen de carne y hueso, emocionarte al escuchar ciertos acordes. El arte es una forma de ser y de vivir la vida de manera mas consciente de las sensaciones.

Y la sublimación de todo eso, es intentar transmitirlo a los demás mediante tus propias creaciones. El reto, el desafío definitivo para un artista es hacerlo con éxito y asegurarse un lugar en la historia sabiendo que ha logrado transmitir algo a los demás y no ha causado indiferencia.

Esta última verdad, me atrevería a afirmar que es constante en la historia de todos los artistas, desde las pinturas rupestres hasta nuestros días, lo que todos han querido ha sido dejar su huella en los demás y así perdurar en el tiempo sin ser uno más entre millones.

Porque el concepto de arte y de artista seguirá evolucionando siglos después de nosotros, pero lo que siempre permanecerá inamovible es el deseo de dejar en legado importante, de hacer algo que te permita vivir más allá de tu vida, de ser recordado y reconocido incluso por quienes no te conocieron.

 

 

 

Bibliografía

 

 

  • Campàs. (2019). El artista a lo largo de la historia. Universitat Oberta de Catalunya.
  • Castelli, P. (2022). Estética Del Renacimiento, La (1.a). MACHADO.
  • Isaacson, W. (2018). Leonardo da Vinci: Biografía, La: La biografía (1.a). Penguin Random House Grupo Editorial.
  • Naifeh, S. (2022). Van Gogh. La Vida. Taurus.
  • Van Gogh, V. (1980). Cartas desde la locura. Premià.
  • Vinci, D. L. (2022). Cuaderno de notas. EDIMAT.

 

[1] Vinci, D. L. (2022). Cuaderno de notas. EDIMAT. Pág. 70

[2] Naifeh, S. (2022). Van Gogh. La Vida. Taurus. Pág. 26

[3] La pintura no puede ser enseñada a aquellos que no han sido dotados con cualidades naturales, como sucede por ejemplo con las matemáticas, en las que el alumno aprende cuanto el maestro le enseña. No puede copiarse como las cartas, cuyas copias tienen el mismo valor que el original. No puede ser moldeada como la escultura, cuya copia fundida es igual en mérito a su original. No puede reproducirse indefinidamente como se hace en las ediciones de libros. (Vinci, D. L. (2022). Cuaderno de notas. EDIMAT. Pág. 70).

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