Estos últimos años se ha demostrado que el arte tal y como lo conocemos, se ha hecho siempre desde un punto de vista masculino: hecho por y para hombres blancos. Un gran ejemplo sería el de Las señoritas de Aviñón, de Picasso y sus múltiples análisis e interpretaciones a lo largo de la historia.

Después de la controversia entre Leo Steinberg y Carol Duncan por el análisis patriarcal que hizo el primero sobre Les Demoiselles d’Avignon[1], cabe preguntarse si realmente los cuadros están pintados para que los interpreten los hombres blancos y, sobre todo, qué pasaría si la interpretación se hiciera desde el punto de vista de una mujer.

Es por eso por lo que he hecho una elección de obras arriesgada e inconexa tanto en tiempos como en corrientes artísticas, pero con fuertes connotaciones reivindicativas que serán, sobre todo, comprendidas por mujeres, y que dotarán a las famosas Demoiselles de un nuevo significado más acorde con los tiempos que corren.

Son obras con fuertes connotaciones reivindicativas, mucha carga simbólica y que giran en torno a temas feministas en su significado. Ese sería el punto de unión para exponerlas en conjunto y poder enlazarlas para hacer una crítica social y cultural al sistema patriarcal del arte.

Para empezar, el emplazamiento que he elegido es el Museo Nacional de Antropología[2].

Una obra de arte se puede ver o interpretar desde muchos puntos de vista: para entender la mentalidad de su autor, para analizar una composición, como elemento dentro de una corriente pictórica, por su simbología, etc. y con esta forma de exponer las obras, pretendo verlas como el intento de transmitir una idea o crítica por parte de sus autores/as.

Así que, para ello, es necesario desvincular las obras de cualquier museo que transmita la opción de contemplarlas o analizarlas según sus trazos, colores, corrientes o artistas. Por eso he descartado cualquier opción tradicional en la que los podríamos encontrar: museos de arte.

Dicho esto, me parece mucho más adecuado emplazar estas obras en un lugar dedicado a exponer, examinar y conocer culturas ya que todos los mensajes que van a transmitir estarán muy ligados a la época y contexto cultural y antropológico del momento en el que fueron creados.

Como antigua estudiante de antropología, entiendo esta disciplina como el arte de entender cómo y por qué piensan diferente en diferentes lugares y culturas, y también en saber ponerse en su lugar y comprenderlos. Así que me parece ideal para poder generar diálogo entre las obras que he elegido.

Con esto también pretendo que la predisposición del espectador que vea estas obras en su conjunto sea la de explorarlas como un mensaje cultural, reivindicativo y, sobre todo, ligado a la realidad y el tiempo en el que fue creado: que vea en ellas el reflejo de la cultura y creencias de ese momento.

La creación de Dios de Harmonía Rosales

He elegido empezar con esta obra ya que rompe todos los cánones preestablecidos: en vez de hombres blancos, hay mujeres negras. Incluso se atreve a romper con el tabú de que Dios sea mujer, y no solo eso, sino que además es de color. Esta obra está inspirada en la famosa Creación de Adán de Miguel Ángel, un clásico inspirado por los clásicos, pero en esta ocasión lo vemos todo al revés, y eso nos causa mucha confusión.

Con esta obra nos empezamos a plantear por qué se nos hace tan extraño verlo desde esta perspectiva cuando en realidad no debería serlo. ¿Somos capaces de ver las cosas desde un punto de vista imparcial, o damos como correcta la visión patriarcal caucásica porque es lo que hemos visto siempre?[3]

Al empezar con esta pintura que quizá es la más chocante de todas, lo que pretendo es crear un impacto desde el inicio, tumbar todos los tabúes y cánones que se nos han impuesto durante los años y crear así una atmósfera más crítica y abierta de mente para todo lo que se presentará ligado a esta colección de obras.

Chica de los casos espejo de Norman Rockwell

Esta obra de una niña inocente frente a un espejo, soñando con parecerse a una guapa estrella de Hollywood, nos sugiere otro término que a las mujeres nos resulta muy familiar: la idealización.

Porque no solo vivimos en un mundo creado para hombres, con hombres en el centro de todo, sino que, además, a las mujeres se nos ha impuesto el rol que debemos tener en el mundo: Una mujer que no es guapa no es nada. Las mujeres inteligentes no son visibles (porque existir, existen), y es por eso por lo que todas las esferas más cultas, están reservadas para los hombres. Los hombres son inteligentes, ellos saben lo que nos conviene, ellos dirigen el mundo y son su centro. Y esto también incluye el arte.

Por eso, a las mujeres no debía interesarles ser artistas ya que eso era una profesión masculina. Ellas tenían que centrarse en cumplir con los estándares de belleza y formar una familia para llegar a ser la esposa perfecta.

Si tiramos del hilo, esto nos llevaría también a la cosificación de la mujer en el arte. Y es que, para aparecer en un cuadro en depende qué épocas, o eras la virgen o salías desnuda. Sería también un tema interesante para reflexionar, aunque correría el riesgo de alejarme un poco del tema central que representa la obra dentro de este punto de vista.

Ante el espejo de Berthe Morisot

Esta obra, quizá es la que tiene más carga simbólica tanto por sí misma como por su autora. Morisot fue la primera y única pintora impresionista y consiguió exponer en el mismísimo salón de París con solo 23 años. Se codeó con Renoir, Monet y Pissarro entre otros. Pero por ser mujer, fue condenada al olvido durante años pese a ser una figura clave del movimiento, y gracias a quien el impresionismo llegó hasta Nueva York.

En esta obra, se puede ver cómo una mujer está en lo que parece la intimidad de su dormitorio delante de un espejo y si miramos atentamente, observaremos que no se refleja su rostro en él, al igual que no se reflejan los nombres de las muchas pintoras a lo largo de la historia del arte.

Esta es solo una más de las muchas obras en las que Berthe nos muestra la realidad e intimidad de las mujeres de la época. Pero también es la huella de cómo una sociedad patriarcal ha discriminado y olvidado a grandes mujeres artistas, o las ha relegado a “cosas femeninas” devaluando así su valor real hasta el punto de considerar que su arte valía menos que el de los hombres solo por el hecho de ser pintadas por mujeres.

Por suerte hoy en día hemos sido capaces de volver a dar visibilidad a esta gran pintora que, de no haber sido por cómo la ha castigado la historia, su nombre podría haber sido tan famoso como el de Van Gogh. Para hacernos una idea de su trabajo, un año después de su muerte se organizó una exposición con 380 de sus obras, algunas de las cuales se exponen actualmente en el museo Thyssen-Bornemisza, el MET o en el Musée d’Orsay.

Les Demoiselles d’Avignon de Pablo Picasso

Si llegamos a esta obra empapados de la carga de las anteriores pinturas, lo que veremos aquí es un grupo de mujeres al natural, todas diferentes, pero mostrándose tal cual son y mirándote con descaro.

Esto podría hablarnos de diversidad, de sororidad, de aceptación entre nosotras. Y también nos podría llegar a hablar de las máscaras que algunas mujeres usan para ser como las demás (tienes que ser guapa, no inteligente, para poder encajar en el rebaño), las mismas máscaras que han tenido que llevar durante siglos para no ser quemadas en la hoguera, o porque debían ser como la sociedad quería que fueran.

Se puede ver también agresividad en el dibujo, sexualidad, fuerza. Podría ser una reminiscencia de cuando el mundo se regía por el matriarcado, mucho antes de las historias que nos cuentan sobre el pasado. Estas mujeres ya no tratan de ser idealizadas ni se van a dejar caer en el olvido. Y eso, a los hombres les da miedo. Quizá por eso las llaman putas, porque ya no funciona lo de llamarlas brujas.

Y lo más importante es que las protagonistas del cuadro observan directamente al espectador, en este caso espectadora, como si esperaran una respuesta a la provocación de libertad. No se esconden mirando hacia el espejo, no intentan parecerse a nadie: son libres, miran con descaro sin avergonzarse de quien son ni de cómo son.

Este cuadro tan analizado, para mí en este momento, significa la liberalización de la mujer en todos sus aspectos.

Espejo tallado en madera Canasta de Rosas de Manuel Vesga

Ésta última obra, he elegido que sea un espejo para tratar un doble sentido de esta.

Por un lado, para terminar de adentrar al espectador en las cuestiones planteadas. Si en el paso anterior era la pintura quien te miraba, ahora eres tú misma la que debes mirar en tu interior y preguntarte sobre el arte, sobre el papel de la mujer, su idealización y discriminación a lo largo de los años. Sobre si el espejo te devuelve un rostro idealizado, uno que caerá en el olvido, o uno que perdurará.

Y por otro lado, también serviría para reflexionar sobre en qué punto una obra pierde su artisticidad y se convierte en una artesanía. ¿O se pueden considerar las artesanías también arte? Un punto interesante a este tema podría ser que, muchos siglos atrás, la artesanía era cosa de mujeres ya que los hombres tenían los trabajos más duros. Entonces, ¿Por qué una pintura rupestre en una cueva es arte y el macramé una artesanía? ¿Se podría considerar la artesanía como otra forma de arte? ¿Dónde está el límite? ¿Si esculpes mármol eres artista, pero si esculpes madera eres artesano?

Al igual que puedo apreciar la delicadeza de la Virgen del Velo de Strazza, también veo arte en el tallado de este espejo, con sus detalles y sus rosas perfectamente esculpidas en cedro.

Como conclusión me gustaría apuntar que las obras, aunque permanecen inmutables por si solas, se ven influenciadas por su contexto a la hora de ser interpretadas. Lo que una persona interprete al ver una pintura dependerá de la época en la que esté, porque eso cambiará las corrientes y pensamientos culturales, pero también del punto del globo donde se encuentre ya que cada cultura piensa diferente. Por eso, al trasladar obras de arte a un museo antropológico sin connotaciones artísticas, cambia su forma de interpretarlas y se encuentran nuevos significados.

Las pinturas también se verán influidas por las obras que tengan al lado y la atmósfera que se cree entorno a ellas ya que, sin darnos cuenta, a su vez se verá influenciado el punto de vista del espectador y su predisposición para alinearse con ese tema.

 

Fichas técnicas de las obras elegidas

La creación de Dios

Harmonia Rosales

Hecho en Los Ángeles en 2017

Óleo sobre lino belga, 122 x 152 cm

Actualmente se encuentra en la colección privada de la artista en Los Ángeles.

 

Chica de los casos espejo

Norman Rockwell

Hecho en Nueva York en 1954

Óleo sobre lienzo

Actualmente se encuentra en el Norman Rockwell Museum en Massachussets

 

Ante el Espejo

Berthe Morisot

Hecho en París en 1876

Óleo sobre lienzo 55 x 46cm

Actualmente se encuentra en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza en Madrid (no expuesta).

 

Las Señoritas de Aviñón

Pablo Picasso

Hecho en España en 1907

Óleo sobre lienzo, 244 x 234 cm

Actualmente se encuentra en el MOMA de Nueva York

 

Espejo Tallado “Canasta de rosas”

Manuel Vesga

Hecho en Bogotá en 2020

Madera de cedro tallada a mano, 60 x 60 cm

Actualmente se encuentra en Bogotá en una colección privada

 

[1] El comentario hace referencia al artículo «Los discursos poscolonialista y feminista sobre el arte moderno». Quintana: revista de estudios do Departamento de Historia da Arte. Nº. 13, 2014. p 211-219. ISSN 15797414

[2] Su sitio oficial: https://www.culturaydeporte.gob.es/mnantropologia/portada.html

[3] Reflexión basada en la entrevista a la autora que se puede consultar aquí: Afroféminas. (2018, 17 mayo). Cuando Dios es una mujer negra. Entrevista a Harmonia Rosales. Afroféminas. Recuperado 21 de marzo de 2022, de https://afrofeminas.com/2018/05/17/cuando-dios-es-una-mujer-negra-entrevista-a-harmonia-rosales/

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