“¿Esto [el Guernica] lo has hecho tú? preguntó el oficial nazi al ver la obra.
No, esto lo han hecho ustedes. Contestó Picasso”[1]
Los artículos propuestos comentados
Para comentar las diferentes interpretaciones propuestas, empezaré por orden cronológico ya que, la primera, escrita por Ramon Gaya, tuvo lugar durante la guerra civil española y durante una de las épocas modernas más turbulentas que ha sufrido el país[2]. En 1937, año en que fue escrito el artículo, tuvieron lugar no solo el bombardeo de Guernica y grandes batallas como la de Belchite y Brunete, sino también la caída de la mayoría de los frentes republicanos frente al ejército nacionalista.
En España tuvo lugar el decreto de unificación de FET y JONS que dio más poder a Franco, el gobierno republicano tuvo que buscar refugio en Barcelona y, gracias a la ayuda de la Alemania nazi que envió a la legión Cóndor a bombardear Guernica, el bando franquista empezó a ganar terreno y atemorizar a todo el país.
Gaya, abiertamente republicano (fue un miembro muy activo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas), hace de este artículo una crítica a los artistas del “público” (eufemismo para referirse al régimen autoritario y sus seguidores) y defiende a los del “pueblo” (bando republicano, la “inmensa minoría”). Así que en las primeras líneas ya vemos una velada y brillante presentación de bandos con nombres y apellidos de artistas y sendas ideologías, revelando sus lealtades.
Una vez interiorizados los eufemismos, vemos que el artículo habla de la obra de Picasso como una crítica al fascismo. Incluso se atreve a poner ejemplos de cómo en la Francia a punto de ser ocupada por los nazis, ha habido reacciones muy dispares al ver el Guernica y comprender su simbolismo. También alaba la forma en que el pintor, aunque haya probado y cambiado entre un sinfín de estilos y técnicas, siempre ha mantenido sus férreos valores, ante todo.
Hace mención y crítica a la forma en que se mantenía al pueblo con escaso acceso a la cultura (haciendo alusión a que no entendían el arte de sus coetáneos, pero si tablillas antiguas de Berruguete en las que se mostraba a campesinos trabajando o siendo atemorizados y atacados) y critica la censura, y la falta de “realidad” en lo que se les ofrece como arte y cultura en general.
Deja entrever que, el arte, todo tipo de arte siempre y cuando sea verdadero y libre, encierra debate, verdades incómodas, a veces es difícil de entender y requiere esfuerzo, pero en él se pueden encontrar muchas cosas que no se ven a simple vista (porque, sobre todo en esos tiempos debían esconderse entrelíneas). El arte para él es un arma, es su forma de combatir el fascismo y de ayudar al pueblo a tener acceso a la información.
Habla de Picasso como si fuera un genio, no por su forma de pintar, sino simplemente por ser él. Alaba su arte por ser único y libre, por su simbolismo y por su “cubismo”. Un cubismo que no representaría al Guernica, hablando del lienzo como algo de inmensurable belleza, aunque también visceral. Algo que no debe ser encasillado en el cubismo, porque es mucho más que eso. Aunque ciertamente contiene elementos del cubismo analítico y esquemático, además de tener un carácter claramente expresionista, no es eso lo que lo define. Lo que define a la obra es que resulta la representación física, pública y duradera de una realidad que no podía ser contada. Una escena en blanco y negro tan bella como grotesca que grita atrocidades hasta el punto de horrorizar a los que se atreven a observarla con atención.
Y acaba rematando la crítica haciéndonos saber una dolorosa verdad: que España está destrozada, ya no es el famoso país de los toros. Ahora España es Picasso. O lo que es lo mismo, todo lo representado en el Guernica.
En este artículo, por lo tanto, tenemos al Guernica no como obra de arte, sino como una reivindicación a favor de las libertades y la república. Poco se habla de arte en el artículo, solamente en los párrafos finales ya que, como era habitual en la época, se politiza y se usa como arma todo lo que se tenía al alcance. No obstante, es una visión del arte muy válida en cuanto a que el artista intenta transmitir ideas o conceptos con lo que crea, muy propia del arte moderno.
Los otros dos artículos propuestos dan un salto en el tiempo y surgen cuando, por primera vez, el Guernica pisa España.[3]
Santiago Amón habla del Guernica exponiendo su análisis de éste y apostando por la teoría de que se trata de un grabado a gran escala y hecho con pintura. Es una teoría abordada ampliamente ya que, Picasso utilizó esta técnica en múltiples ocasiones y fue considerado uno de los mejores grabadores. Su obra más conocida, la serie Minotauromaquia, muchos consideran que es la predecesora de la obra de gran formato.
Otro argumento para esta teoría es que usa las tres mismas tintas que se usan en los grabados, así como que, si invertimos el dibujo, tiene mucho más sentido cronológicamente con los hechos que acontecieron ese día[4].
A mí particularmente, teniendo en cuenta estas teorías, me cuesta no asociarla con la serie de grabados “Los desastres de la guerra” de Goya, la cual tiene la misma temática y fue hecha para dar a conocer los horrores de la guerra de la Independencia casi cien años antes. Y por supuesto, al igual que el Guernica, es imposible de olvidar si has tenido la oportunidad de tenerla delante por su crudeza y carácter visceral. Quizá esa asociación fue la que llevó a otros a dicha teoría.
No obstante, esta teoría no ha trascendido a lo largo de los años porque se ha demostrado que Picasso probó a ponerle colores, pero el resultado no le gustó. Los estudiosos del arte al analizarlo coinciden en que la ausencia de color tiene una intencionalidad clara de que el espectador se centre en los horrores representados sin perderse en simbolismos cromáticos. También podría responder al hecho de que las imágenes que le llegaron a Picasso a través de los periódicos eran en blanco y negro, y quiso hacer una representación aludiéndolas.
Cabe destacar, que este artículo es de los pocos en que se centra más en el arte de Picasso que en temas políticos.
El último artículo, de Julián Marías, vuelve a retomar el inevitable tema ideológico al hablar de la obra, pero esta vez sin menospreciar el valor pictórico del Guernica y cómo es la máxima representación de Picasso a nivel mundial. No obstante, el artículo se centra en la llegada del cuadro a España después de años de controversia, pero, sobre todo, de cómo la obra se recibe más como un triunfo o un objeto político, y no como una obra de arte.
Efectivamente, el Guernica no es solamente arte: es un símbolo, una protesta, un arma, un pedazo de la historia de España. Es una obra que grita en contra del sufrimiento de manera universal, y que nos recuerda en España a lo que no debemos volver ni olvidar. La gran obra Guernica, famosa en todo el mundo, tapiz elegido en las Naciones Unidas como fondo para sus comunicaciones y encargado de dar la bienvenida a cualquiera que entre a su sede, no existiría sin nuestra fatídica guerra civil.
Es muy interesante a nivel artístico cómo el autor analiza la importancia de la única luz que aparece en el cuadro, y su papel a la hora de dar algo de orden al caos representado. La genialidad del pintor que supo incluir finalmente un solo elemento que fue capaz de dar sentido y ordenar el infierno que dibujó.
Llegados a este punto, hay dos cosas en las que claramente todas las fuentes convergen.
La primera, es la genialidad de Pablo Picasso se mire por donde se mire, incluso dejando a un lado su faceta de pintor.
La segunda, que el Guernica es mucho más que un cuadro. A veces, va tan lejos en ese aspecto, que la gente se olvida de que también es una obra de arte.
El contexto que definió al Guernica
Pablo Picasso nació en Málaga en 1881, pero creció en La Coruña y pasó muchos años en Barcelona después. En cuanto pudo, viajó a París con su mejor amigo, Carlos Casagemas, cuyo suicidio por un desengaño amoroso marcó muy profundamente a Picasso. Se especula incluso que ese es el origen de la vertiginosa y poco estable vida sentimental de Picasso.
Volvió a Barcelona donde pintó la mayoría de sus obras (incluido Las Señoritas de Avignon, otra de sus obras maestras) y tuvo sus más famosos periodos y pasó por multitud de estilos pictóricos y escultóricos. Hasta que finalmente llegamos a la década de 1930.
En 1934 se empieza a planear la Exposición Internacional de París, que tendría lugar en 1937. Lo que pasó a continuación fue el ascenso de los regímenes autoritarios de Alemania e Italia, y el inicio de la guerra civil española en 1936.
Picasso, que ya era un artista reputado, y que ya estaba viviendo en Francia desde hacía años[5], recibió el encargo de pintar una obra para el Pabellón Español de dicha exposición, cosa que no le agradó ya que no encontraba nada que lo motivara para dicho trabajo. No obstante, al ver imágenes del bombardeo de la ciudad de Guernica, cambió de opinión.
El Guernica fue expuesto como estaba previsto y, como muchas de las obras de Picasso, causó multitud de reacciones en los que lo contemplaron. Esta fue la primera vez que se usó el cuadro como arma, en este momento, reivindicativa.
Se pintó la realidad de lo que estaba teniendo lugar en España y que en el propio país no podía ser contada: sufrimiento, desconcierto, dolor.
Con el alzamiento del franquismo, el mismo pintor decidió que el cuadro viajara en calidad de depósito hasta Nueva York y fuera custodiado por el MOMA (todo esto después de una gran gira por Reino Unido, Italia y otros países). Picasso habló con su abogado y dejó todo preparado para que el cuadro no pudiera ir a España hasta que volviera la libertad y se instaurara un gobierno republicano. Lo dejó como legado al gobierno de la República, y su emplazamiento debía ser el Museo del Prado del que él era director en ese momento. Con este acto, el propio Pablo Picasso volvió a usar su obra como arma (esta vez política) por segunda vez.
Esto causaría mucho revuelo ya que, junto con el encargo del mural por parte de Francia, España pagó por el cuadro y Franco lo reclamaba como legado cultural ya que Picasso era español. Incluso después de su muerte, su abogado y amigo velaba por el cumplimiento de sus voluntades, y su familia, también reclamaba su parte. Ahora todo el mundo quería el Guernica y todos tenían motivos de peso, incluso los Vascos.
Pero no fue hasta 1981 que el cuadro abandonó el MOMA en una maniobra furtiva en la que se llevó a cabo el traslado en el más absoluto secreto y con fortísimas medidas de seguridad. Ese año llegó a España, donde se quedaría hasta la actualidad, aunque lo ubicaron en el Casón del Buen Retiro, donde solo permaneció unos años. Poco tiempo después, nació el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde fue trasladado el Guernica y es uno de los atractivos principales y donde reside actualmente.
Mi análisis y conclusiones
Toda esta historia polémica ha sido necesaria para convertir al Guernica en un símbolo reconocido en todo el mundo. Hoy en día, es un icono contra la guerra y sigue siendo un arma poderosa. Su más reciente uso ha sido el que le ha dado el presidente de Ucrania en su discurso en el parlamento español, poniéndolo como ejemplo para hablar de atrocidades y consiguiendo así poner una imagen clara en la mente de su público sobre lo que ellos están viviendo.
Esto es porque todo el mundo piensa en los horrores de la guerra cuando piensa en ese cuadro, que además de ser una obra de arte es un icono, un arma, y nos habla en un idioma universal que todos comprendemos.
Con este caso en concreto, nos damos cuenta de que es el papel del espectador el que da sentido a la obra. Si bien es cierto que Picasso tuvo la intención de mostrar al mundo los horrores que estaban pasando y de los que no se podía hablar en España, y usó el lienzo como forma de expresarse, seguramente nunca pensó que llegaría tan lejos.
No voy a hacer interpretaciones simbólicas del cuadro porque no existe una interpretación clara del mismo y cuanto más se escribe sobre él, menos sabemos. Lo único a lo que se puede hacer alusión claramente es a las propias palabras de Picasso para hacernos una idea de sus intenciones:
“Mi trabajo es un grito de denuncia de la guerra y de los ataques de los enemigos de la República establecida legalmente tras las elecciones del 31 (…) La pintura no está para decorar apartamentos, el arte es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo. La guerra de España es la batalla de la reacción contra el pueblo, contra la libertad. En la pintura mural en la que estoy trabajando, y que titularé Guernica, y en todas mis últimas obras expreso claramente mi repulsión hacia la casta militar, que ha sumido a España en un océano de dolor y muerte.”
Con esto queda claro que la obra no era solo una obra de arte, sino también todo lo demás a lo que se ha aludido en el ensayo.
De hecho, fue la lucha ideológica para su legado, las historias silenciadas que refleja y con las que mucha gente se identificó y, por supuesto, todo el entramado de historias que ha vivido la obra, lo que le ha dado la carga simbólica que contiene y que condiciona a cualquier espectador que la conozca.
Pero, haciendo alusión al artículo de Julián Marías, ¿Cuándo podríamos dejar de ver el Guernica como un símbolo y empezar a apreciarlo como arte?
Después de documentarme bastante, para mí la respuesta es clara, y coincide con la de Dolores Ibárruri (o como es más conocida, La Pasionaria).
Con la vuelta del Guernica llena de seguridad y secretismos, agentes de la ley y protecciones blindadas, lo que trajimos a España no fue una obra de arte, sino al último exiliado de la Guerra Civil ya que así lo tratábamos y así lo contemplábamos. Después, durante su estancia en el Casón del Buen Retiro, aún lo teníamos que ver a través de un cristal de seguridad y custodiado por agentes de la ley, como si fuera un prisionero de guerra.
Pero a su llegada al Reina Sofía en 1992, cuando por fin lo liberaron de sus medidas de seguridad y pudimos contemplarlo al natural, al igual que el resto de los cuadros, ahí empezó a ser una obra de arte.
Ese fue el momento en que La Pasionaria lo tocó, y dijo sus famosas palabras: “La guerra civil ha terminado”[6].
Y aunque sigue siendo y será por siempre un icono, cualquiera puede ir ahora y verlo en todo su esplendor, añadiendo la historia que tiene detrás a todo lo que trasmite como obra pictórica.
Las formas angulosas y puntiagudas que transmiten una sensación desagradable, la falta de color que nos hace centrar la atención en el dibujo, el hecho de que todo parezca amontonado y revuelto, pero, sobre todo, su tamaño obscenamente grande. Eso también fue intencional, para hacernos llegar la sensación de inferioridad frente a aquello tan grande que estaba pasando y que Picasso quería denunciar y censurar a toda costa.
Como espectadores, podemos sentir perfectamente lo que el pintor quiso transmitir y eso, quizá fue el desencadenante de todo lo que vino después. Porque somos los espectadores los que damos sentido a lo que vemos, y probablemente, si el Guernica hubiera sido de otra manera, o no supiéramos del bombardeo, la obra no habría causado tal reacción, y no habría tenido toda la historia que lo ha convertido en un símbolo, un icono, un arma… y todo lo que aún le deparará el futuro.
Y aunque está claro que el Guernica es lo que es, también es innegable que ese significado se lo hemos dado los receptores al darnos cuenta de lo que transmitía y la importancia que tenía dentro del contexto histórico en el que fue creado.
Bibliografía
- Amón, S. «Un grabado llamado ‘Guernica’», 11 de septiembre, 1981, p. 3. Consultado vía https://guernica.museoreinasofia.es/documento/un-grabado-llamado-guernica El 30 de abril de 2022.
- Campàs, J. (2019). Sobre el receptor. Universitat Oberta de Catalunya.
- Gaya, R. «España, toreadores, Picasso», Hora de España, n.º 10, octubre 1937, pp. 27-33. Consultado vía https://guernica.museoreinasofia.es/documento/espana-toreadores-picasso El 30 de abril de 2022.
- Hensbergen, G. V. (2017). Guernica. La historia de un icono del S.XX DEBATE.
- Marías, J. «Guernica: pasión, mito y arte», La gaceta ilustrada, 27 de septiembre, 1981. Consultado vía https://guernica.museoreinasofia.es/documento/guernica-pasion-mito-y-arte El 30 de abril de 2022.
- Poli, C. (2018) Hitler vs. Picasso y otros artistas modernos. [Documental] Coproducción Italia-Francia-Alemania; Nexo Digital, 3D Produzioni.
- de la Puente, J., & Picasso, P. (1983). El Guernica. Historia de un cuadro. Silex.
- Shiner, L. «Silencios. El triumfo de lo estético». En: Shiner, L. La invención del arte: una historia cultural. Barcelona [etc.] : Paidós, cop. 2004. p. 291-305.
- Shiner, L. «Arte público». En: Shine, L. La invención del arte: una historia cultural. Barcelona [etc.] : Paidós, cop. 2004. p. 399-405.
- Trenc, E. La iconografía del Toro en Guernica. (2010). Revista de estudios históricos sobre la imagen, ISSN 0214-6606, Nº 64-65, (Ejemplar dedicado a: Guernica : de la imagen ausente al icono).
- No especificado. (2007) Guernica, pintura de guerra. [Documental] CCRTV Interactiva y Haiku Media. Consultado vía https://euscreen.eu/item.html?id=EUS_6FCF0C8AC9D34474853FDAF9522378C6 el 1 de mayo de 2022.
El Guernica
Ficha técnica
- Autor: Pablo Picasso
- Cronología: 1937
- Estilo: Cubismo
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Medidas: 3,5m de alto x 7,8m de largo
- Ubicación: Museo Reina Sofía, Madrid
[1] Conversación atribuida a Picasso y un oficial nazi en el piso del artista durante la ocupación de París, que el mismo artista reveló el año 1945 a los medios.
[2] Debo hacer un inciso aquí y es que, el artículo de Ramón Gaya voy a describirlo más en detalle ya que, al estar escrito durante una época en la que algunas cosas empezaban a no poder decirse, hay que descifrar ciertas partes para entender qué dice.
[3] Aunque el Guernica fue pintado en 1937 en Francia, fue deseo de su autor que no pisara España hasta que retornaran las libertades. No obstante, el cuadro viajó por numerosos países y se quedó en depósito en el MOMA hasta 1981, años después de la caía del Franquismo.
[4] Teoría expuesta en: Trenc, E. La iconografía del Toro en Guernica. (2010). Revista de estudios históricos sobre la imagen, ISSN 0214-6606, Nº 64-65, (Ejemplar dedicado a: Guernica: de la imagen ausente al icono), págs. 196-207
[5] Ya que el pintor, era abiertamente republicano, decidió quedarse en Francia, aunque se le conocen idas y venidas a Barcelona hasta 1934, última vez que pisó España. Después de pintar el famoso mural que lo encasillaría más en contra de la dictadura, siempre se ha sido referente de los exiliados por la Guerra Civil.
[6] Hensbergen, G. V. (2017). Guernica. La historia de un icono del S.XX. Pág. 373.